Friday, April 18, 2014

TRISTE REALIDAD DE LA PERLA DEL NORTE EN MORON.

 

 

 

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Y 20 AÑ0S NO ES NADA.

Por: Oscar Ayala Muños Agencia de Prensa Libre Avileña, A.P.L.A.

En nuestra población  son cada vez más los que afirman que el hotel Perla del Norte de la ciudad de Morón jamás volverá a abrir sus puertas a los visitantes, que en cualquier época del año, acudían desde todos los rincones del país ansiosos por conocer la Laguna de la Leche y de escalar hasta el pintoresco Gallo, orgullo de la ciudad, ni a los propios moroneros inquietos que a menudo lo frecuentaban para librarse de la rutina de sus hogares y disfrutar de la deliciosa comida criolla de la que siempre alardeó esta instalación hotelera.

Desde aquella tarde veraniega de 1993 en la que salió el último huésped, el municipio Morón con casi 60 000 habitantes, ha permanecido sin hotel alguno de reservación libre y netamente para cubanos en moneda nacional. Desde entonces la principal atención del gobierno ha recaído en la cayería norte  -Jardines del Rey - , donde en un período de 20 años que media entre la clausura del hotel hasta la actualidad, se han construido varios miles de habitaciones destinadas al turismo internacional

Este céntrico hotel, actualmente en ruinas, prestó sus servicios por vez primera en 1927 co un total de 57 habitaciones asequibles a todos los bolsillos. Este acontecimiento  se enmarcaba en los inicios de una próspera etapa constructiva en la ciudad. Ocupa un área  de unos 2000 metros cuadrados y se ubica en la Avenida de Tarafa, la arteria más ancha de todo el municipio, a pocos metros de la majestuosa estación ferroviaria, situada al Este y construida en la misma época. Ambas edificaciones en parte debieron su surgimiento al desarrollo ferrocarrilero que se expandía a ritmo acelerado por casi toda la región Norte del país recién comenzada la segunda mitad de la década de 1920 del pasado siglo.

Cuando en 1994 la Empresa de Comercio y Gastronomía decidió poner fin al servicio de restaurante, un año antes lo había hecho con el hospedaje,  todavía el hotel era salvable poniendo en marcha ligeras inversiones que estaban a la mano del gobierno municipal. Sabemos que poco tiempo después un gran número de habitaciones se encontraban completamente cubiertas de escombros sin que los insectos y roedores dejaran un sólo espacio por contaminar y asquear con su presencia. Por tal razón a nadie debería extrañar la condición social de las personas que comenzarían a visitarlo en lo adelante; locos, mendigos, borrachos y desesperados sin techos, que aprovechándose de la oscuridad de la noche solían entrar por cualquier abertura para proporcionar descanso a sus endebles y maltratados cuerpos. Lamentablemente desde hace aproximadamente 10 años, ni esta función humanitaria puede cumplir el hotel en ruinas, pues el gobierno desalojó a cuantos allí se habían instalado por años y ordenó el cierre de todas las aberturas con bloques pesados de 50 centímetros de largo.

Formando parte del desastroso y deplorable ambiente están los derrumbes parciales que cada vez con mayor intensidad sufrían sus paredes y techos producto a los contundentes golpes de mandarria que recibían en áreas próximas a puertas y ventanas cuando el vecindario las arrancaba de cuajo para convertirlas fundamentalmente en leña para cocinar. Sus baños, su enorme cocina y su espacioso restaurante no han podido escapar de tanta acción destructiva; en estos momentos se encuentran totalmente desolados mostrando sólo los pestilentes orificios de diferentes medidas, que para nada sirven, salvo para indicar la disposición que tenían las tasas sanitarias, los lavamanos y la entrada de agua potable.

Hay quienes afirman que el Hotel Perla del Norte continúa en el mismo lugar tal vez tan impresionante como antes, pero con un propósito diferente: humillar a la población moronense, quien tuvo que soportar calladamente como  a pocos metros, al otro lado de la vía férrea,  fue construido el mayor supermercado recaudador de divisas de la provincia conocido por Los Balcones.

Actualmente con la aprobación de algunas leyes sobre arrendamiento en la esfera gastronómica, los más prósperos cuentapropistas de la ciudad se mantienen a la expectativa esperando una posible participación en los trabajos de reparación y posteriormente en su puesta en explotación. Sin embargo, el gobierno municipal aún no se ha pronunciado al respecto, ni siquiera de los pasos y trabajos previos que preceden a cualquier reparación capital.

Se conoce perfectamente que el gobierno  siempre ha sentido profunda aversión por la inversión e iniciativa privada nacional, razón por la cual los arrendamientos, sobre todo los de mayor envergadura, van a ser implementados con mucha cautela y lentitud: de lo contrario pondrían a plena luz, por decirlo de alguna manera, algo que al gobierno no le conviene: la iniciativa privada como factor de eficiencia y movilizadora de  ingentes fuerzas productivas.

Está claro que la falta de presupuesto y los prejuicios gubernamentales aparecen hoy como los causantes principales de tan lamentable destrucción, inexplicable en uno de los municipios más prósperos y ricos del país en el cual sus ciudadanos suelen ser trabajadores de punta dispuestos siempre a emprender cualquier obra  por difícil que sea.

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