Friday, October 11, 2013

¿PROHIBIDO MORIRSE EN MORÓN?

 
Final Inesperado.
Por: Valentín (Valentino) Balart, Agencia de Prensa Libre Avileña, A.P.L.A.
Créalo o no lo crea, la realidad reinante en nuestra querida Ciudad del Gallo, Morón, se torna cada día más desconsolada y triste, y esto lo escribo sin espíritu de pesimismo alguno.
Teniendo en cuenta de la nueva llegada ¿!sorpresiva!? Del dengue, cólera, influenza y otro racimo más de enfermedades propias de la temporada, ya uno está con el credo en la boca, pero si DIOS dispone, no hay santo que interceda, por ese motivo, cuando a los parroquianos de este pueblo, les llega su momento concluyente, nunca podrían imaginarse un final inesperado, como el que les depara la parada final (la funeraria) y su última morada (el cementerio).
La desdicha de los moroneros comienza por el ataúd, ya que la fábrica no da abasto con el pedido diario, incluyendo las carencias de materia prima, lo cual ponen los pedidos de cajas, tipo restaurante, o sea a la carta, y con esto les quiero decir, que en ocasiones, la llegada del carro fúnebre con la dichosa caja, demora horas.
Mientras tanto, la actual funeraria de Morón, un local que han intentado remodelarlo cambiando ventanas, puertas, entre otras cosas, siempre se queda coja de algún lado, porque hoy por hoy, ese local se identificaría más con un salón de baile, que un centro fúnebre; la ausencia casi total, de bancos, sillas, y sillones, es evidente, los dolientes al igual que los demás afligidos, que no alcanzaron de los pocos asientos que quedan, tienen que soportar horas de pie, como si fuese una guardia de honor permanente a los difuntos.
Pero eso no es todo, la malaventura continúa. Muchos de los sillones que aún se mantienen en pie de lucha, más bien parecen tumbonas de playa, ya que de tanto recostarse las personas y algunas de ellas pasaditas de peso han ido doblando los endebles aluminios de los mismos y los han transformados casi en camas, que si intentas recostarte a uno de estos parece que estás en una clínica de un psicoanalista.
Por otra parte, la fábrica de coronas, casi nunca posee flores para hacer las mismas, a pesar que tienen a trabajadores destinados a la recogida de coronas usadas para “reciclarlas”, sin importar el nivel de contaminación que puedan tener, sobre todo cuando la funeraria es visitada por personas de la tercera edad y niños.
Así esta Morón, y aquí no ha pasado nada, podrán decir los encargados de supervisar esos lugares, o quizás piensen que: “La necesidad es la madre de la invención”. A lo que pudiéramos responder, que sería la madre de la infección en este caso. Esta carencia también provoca que los desconsolados tengan que abandonar al muerto, y salir a “jinetear” las dichosas flores, resultando ser un día y noche en perenne búsqueda de cosas que nunca están a la mano.
La partida final en ocasiones más bien parece ser una comedia burlesca, porque en varias ocasiones los carros fúnebres se rompen en e medio del camino, y allá va eso, a empujarlo hasta el cementerio, resultando ser no una noche de velorio, sino un maratón de deportes extremos.
Y ha modo de conclusión, para no aburrirlos con las innumerables penurias, que pueden existir en cualquier otro país; pero que los que desgobiernan Cuba intentan ocultar, nos referiremos al campo santo, donde existe más ratería ligada con rapacería, como se solía ver en las películas del lejano Oeste, por ello la tranquilidad de los cadáveres es casi imposible, y preferimos poner punto final expresando que con todos estos truenos no se puede negar, que resulta ser un Final Inesperado para la mayoría de los moroneros o moronenses, que si están ausentes pudieran preguntarse: ¿está prohibido morirse en Morón?










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